Rancia dictadura de derechas contra guay dictadura de izquierdas.

Ayer se cumplió un hito en la historia parlamentaria de nuestro país: hacía 43 años  –repito para que conste claro: cuarenta y tres años- que nadie en sede parlamentaria del Congreso de los Diputados planteaba la vuelta a la censura previa de los medios de comunicación como forma de control. Y lo más curioso es que eso lo propuso –sin pudor alguno y gritando lo suyo- un Vicepresidente del Gobierno que, además, se autoproclama como progresista de izquierdas. Veamos.

Plantear a los medios de comunicación como el “cuarto poder” –como hizo el referido, y que sólo es una expresión irónica que creó  el político británico Edmund Burke, pronunciándola en el debate de apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en 1787- y ponerlo jurídicamente al mismo nivel que los Poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo del Estado, es una buena muestra de analfabetismo jurídico y político en un cargo electo tan relevante –lo que no se debería producir-. Pero lo grave es proclamar –sin ningún tipo de decoro democrático- que se deban establecer controles sobre un sector social –que no poder estatal- similares a los que son propios de estos.

Y claro está, ayer el Vicepresidente del Gobierno habla de controles a los medios de comunicación, pero no dijo cuáles o en qué forma –eso es lo complicado de dar contenido a una propuesta y no sólo lanzar soflamas vacías, y seguramente porque sabe, o no, vaya usted a saber, que habría que volver a la censura previa porque no hay otro alternativo a los ya establecidos-.

Desde un desconocimiento jurídico-político que lo debería automáticamente deshabilitar como Vicepresidente del Gobierno –habiendo sido además increíblemente profesor universitario en ciencias políticas- debería saber que los medios de comunicación se someten al control de los Tribunales de Justicia (como cualquier otro sector privado o público, y por ejemplo para castigar la publicación de falsedades o manifestaciones que sean perseguibles como es una injuria o una calumnia); que en España existe una ley que te garantiza el Derecho a Rectificación en prensa cuando se publica o dice algo faso sobre ti; y que el control lo ejerce la propia sociedad –consumiendo o no un producto- como en cualquier otro sector. No hay otra forma de plantearse cabalmente en democracia un control del Poder Ejecutivo sobre los medios de comunicación –aunque seguro que al Vicepresidente del Gobierno actual le encantaría establecerlo desde un oscuro ministerio de nombre difuso, desde el que manipular maniqueisticamente a su conveniencia titiritera lo que se debe o no publicar-. Y eso se plantea desde un supuesto progresismo de izquierdas.

Es cierto que yo soy el primero que se disgusta cuando observo que un medio de comunicación crea una realidad torticera más que explicar una realidad más o menos objetiva –concepto también complicado de acotar y definir-; pero no es menos cierto que ahí tiene que estar el inteligente criterio del lector para saber elegir la fuente de la información y discernir sobre si lo publicado se merece atención y credibilidad (pudiendo a la vez ser periodismo descriptivo o de opinión que son cosas diferentes). Y es cierto que hoy en día observo como ese criterio crítico del ciudadano se ha perdido en buena parte (redes sociales que dicen y donde se publican disparates abundan, como abunda la generalización de las denominadas feak news), pero todo ello no puede justificar que nos planteemos “controles” a los medios de comunicación que no sean los establecidos ya por nuestra consolidada democracia –que sí, que es mejorable como todas las democracias del Mundo, pero que está consolidada y por tanto vamos a trabajar para mejorarla y no lo contrario como parece pretender el Vicepresidente del Gobierno actual con su disparatada propuesta-.

Y si parte de su solución –como se manifestó en sede parlamentaria- es que haya más diversidad de medios –que es cierto que de ello hay ausencia pero eso no tiene nada que ver con el control- lo que tendría que haber hecho su partido es -por ejemplo- haber votado en contra de la Ley Audiovisual de Andalucía en 2018 (y estoy poniendo un ejemplo entre docenas); una Ley que no protege para nada la diversidad de medios y que se aprobó con su consentimiento a sabiendas –porque consta que la Asociación para la Defensa de las Emisoras Locales de Andalucía se reunió en el Parlamento Andaluz con el grupo de Podemos para advertir de tal hecho, y caso omiso se hizo a la advertencia-. Por tanto, no sólo estamos ante un Vicepresidente y un partido político que pretenden controles antidemocráticos y que no caben dentro del sentido común; sino que cuando tienen la oportunidad de votar leyes para mejorar los medios de comunicación votan en contra- ¿Alguien lo entiende? Porque yo no.

Cuánta razón tenía aquel que dijo que no hay diferencia entre una rancia dictadura de derechas y una guay dictadura de izquierda.

Manu Durán. Jurista.

Manu Durán
Manu Durán
Jurista con mas de 30 años de experiencia. Colaborador en las tertulias de EsRadio Málaga y Granada.

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