Hoy que escribo, aún sin haber terminado de concluir todo lo que tengo que contarte, en las páginas que preceden a este capítulo, una luz se ha colado sutilmente en la oscuridad de mi vida. Sabes que siempre he dicho que, `soy un velero sin rumbo, perdido en la oscuridad inmensa del Universo´.
Hoy que escribo, lo hago con un sentimiento nuevo, desconocido para mí, la paz interior aflora en cada poro de mi piel. Me suelo reír –si mi querida amiga, comienzo a dibujar sutiles sonrisas en estos fríos labios-, pues casi me siento como aquel “Goku en su nube”, ¿la gracia?, imagina tamaña nube para que soportara a quien te escribe.
Esta mañana, al despedirme de mi bella Musa, dejada entre las cálidas sabanas de una cama que solo me huele a ella, mientras caminaba por la calle, tomé mi teléfono y le mandé el mensaje que encabeza este texto. Un texto que en el frío de la calle, añoraba el calor humano que acababa de dejar atrás. Pero aún en esta helada y húmeda mañana, su respuesta fue como esa ducha de agua cálida, junto a ella, su cuerpo desnudo siendo recorrido por millones de gotas de agua a las que celosamente observo acariciar los poros de su piel. Una respuesta, que desbordó el hermético recipiente de mis sentimientos, ese que ella había conseguido abrir con la facilidad de quien descorre el visillo de una ventana. Una respuesta, esta: “Es de lo más bonito y sensual que me has escrito hasta ahora, antes estaba demasiado dormida para apreciarlo. Esta frase tiene que aparecer en alguno de tus libros”
¿Qué mal escritor sería, si desobedeciera a mi Musa? ¿Cómo no hacer caso a esta bella sirena que cautiva a este marinero de las letras?
Hoy, como ayer, no me preocupa el camino tras la curva siguiente, ni la curva por venir. Prefiero disfrutar de cada piedra; de cada planta; de cada sombra y, ¿cómo no?, de las personas con las que te cruzas. Hoy ella, me ha tomado de la mano, y se ha convertido en la guía de este ciego aventurero de la vida. En sus pasos, mi caminar.
Hoy que escribo, todo fue el sueño delirante de un náufrago azotado por “la calor” febril en las aguas del océano.
N.A.: Texto perteneciente a mi último libro, “Arden los cartones-2020”
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Os deseo un FELIZ Y PRÓSPERO 2021.