La intención real de Vox Andalucía

Podría resulta paradójico recordar a estas alturas, la llegada de los doce diputados del grupo parlamentario Vox en Andalucía aquel 2 de diciembre de 2018 que lo cambió todo, en tiempos de ansiada libertad. Pero entender su llegada, para una granadina como yo y para muchos andaluces, ayuda a comprender en gran medida los movimientos ideológicos que traza a la prisa y corriendo aquella izquierda rancia vestida de domingo.

Doce ajenos a la política, a los pasillos de moqueta y rutina gris, doce ajenos a la batalla del poder por el poder; el que maneja todo desde la sombra al tiempo que desangra las arcas de los impuestos con marketing de intenciones vacuas. Doce intenciones reales de cambiarlo todo. Doce anónimos empapados de calle y razones.

Unos desconocidos mal mirados por oler a cotización laboral, a esfuerzo y a trabajo. Una docena de diez (viajar ligero de equipaje es más aconsejable), que se muestra destilada de espanto, que aprendieron el curso parlamentario en tiempo récord. El león nunca perdona al domador. Sanitarios, comerciales, abogados, gestores, asesores empresariales cuyo mayor pecado continúa, más de dos años después, en ser leales a unos valores y principios constitucionales. Y todo guiado por un cordobés pausado y correcto, que no permite a la izquierda tacharlo de radical: ¡menuda provocación!

Han remado sus convencimientos contra acusaciones mediáticas sin fundamento. No está bien visto por cierto sector de la prensa defender un adelgazamiento de los organismos públicos, ni reivindicar -fuera de la política de gestos- la igualdad entre territorios, centralizar servicios como la sanidad o criticar el modelo de las autonomías. Eso no es sinónimo de ‘mangazo publicitario institucional’, y no gusta. Y hay que silenciarlo cuanto antes. Llamémosles desde ahora ‘extrema derecha’, o ‘ultra derecha’, y hagamos que los vean como el diablo encarnado. A pesar de que la sociedad o no sabe o no conoce o no considera, el peligro real que suscitaría para la Constitución y el Estado de Derecho, la aparición de una verdadera extrema derecha, que para suerte de todos no tiene ni voz ni voto en España desde hace decenas de años. Pero gran parte de la opinión pública se ha tragado el anzuelo. Y escucha atentamente el mensaje subvencionado.

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En la imagen, el diputado cordobés Alejandro Hernández, portavoz del grupo parlamentario Vox Andalucía.

Escapar del pensamiento único

Esta sociedad está dispuesta a que les roben la libertad a cambio de no escapar del pensamiento único, de lo políticamente correcto, del rebaño.

Basta acercarse e intercambiar tiempo con los ‘malotes de Vox’ para darse cuenta de que, a pesar de que muchas veces puedan mantener algunos discursos inabarcables, su intención real está en cambiar la deriva esclava, silente y sometida a la que se ha sometido Andalucía durante cuarenta años por los corruptos, puteros, malversadores, mangantes y amantes del marisco, con el beneplácito histórico de los de la caja B y el aplauso bipolar de quienes llegaron para ser veleta y bastón.

Es tiempo de cambios, no el que anuncia a bombo y platillo el que carraspea más que habla, envuelto siempre una cobardía endémica. Sino de un cambio de rumbo valiente, decidido y real, que sitúe esta tierra en el lugar referente que merece y que enseñan muchos empresarios fuera de nuestra fronteras a pesar de arrastrar un pesado yugo fiscal.

Gestos progres para mantener la tensión

La intención del ínclito Sánchez se apoya en la obra puesta en marcha por José Luis Rodríguez Zapatero durante su mandato: tumbar el sistema del ’78 creando dos bandos constantemente enfrentados. Y en esto mantiene su afán la progresía.

Porque mientras la sociedad se enfrenta no piensa ni lucha su situación particular, sino que trata de encajar en el rol dispuesto para él. Ser de un color o de otro, de una opinión o de otra, de un bando o de otro.

Hablar sin mantener las claves progresistas de ellas y ellos, los y las, te envía directamente al bando contrario. No poner en tu perfil banderas multicolor o colocar la bandera nacional cataloga tu vida: ellos lo quieren así. Han creado una España -país sin nombre para ellos- en que debes escoger constantemente entre ser ‘progre’ o ser una sombra oscura que aglutina lo peor del ser humano: machista, racista, xenófobo, vil, egoísta, retrógrado… En suma: ultraderecha.

Recientemente han retirado a la tremenda una Cruz que poco daño hacía en Aguilar de la Frontera (Córdoba). Pregúntenle a los vecinos. ¿Imaginan ustedes que se hubiese hecho lo mismo con un símbolo musulmán?¿O gitano? ¿O con una placa de las que dicen que sirve contra la violencia de género?¿O una simple estampita de bolsillo con la imagen de Blas Infante?¿Y porqué eso no lo imaginan o no es probable?

Semana tras semana desayunamos trágicas noticias de mujeres maltratadas, pero la progresía sigue rentablemente convencida de que el maltratador, el asesino, el bárbaro, dejará de serlo porque le pongan una ‘placa contra la violencia machista’, o un subvencionado y costosísimo anuncio de publicidad.

Salir a guardar minutos de silencio fuera de la foto y el gesto, carece ya de sentido y utilidad. Seamos justos con las víctimas y aquellas que son vilipendiadas, da igual del sexo que sea o su tendencia sexual. Si de verdad les importan, luchen -como hace Vox- porque se reforme el código penal y se apliquen un correctivo de calado que mande un mensaje claro, concreto y conciso al negligente: El que la hace la paga. Y ya verán como muchos asesinos o maltratadores valoran su barbaridad. Y el que no lo haga a tiempo, atenderá a sus consecuencias.

Un asesino no tiene reinserción posible, dejen de hacer política barata y dejen de jugarle a la izquierda la doble baraja.

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Defiendan la libertad de pensamiento y castiguen electoralmente a la izquierda que está recortando derechos fundamentales con una pandemia como tormenta perfecta para cambiarlo todo a costa de sus derechos: los de usted.

No dejen que les hablen con paternalismo. Ni dando por hecho su reacción.

Nos silencian, nos recortan su libertad de movimientos, nuestro derecho a discrepar, a recibir libre información, a crear riqueza, a tener vivienda digna, a creer en la familia. Dejen de aplaudir al ver bailar al bufón de la corte y al recostado rey cenándose sus derechos. Sus bandejas de plata las pagarán ustedes y sus hijos.

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Manuel Gavira, diputado por Cádiz de Vox Andalucía y secretario de Mesa del Parlamento de Andalucía

Los diez de Vox en el parlamento andaluz, y sus decenas de cargos, de perfiles profesionales ajenos a la política, han conseguido mantener un pulso que es ya histórico: que muchos muestren sin complejos sus discrepancias, sus intereses y su libertad sin miedo a nada ni a nadie. Y solo por esto ya valió el camino.

Con esa convicción llegaron los doce andaluces de Vox que cambiaron el tablero político en España. Que fueron ejemplo para el resto de parlamentos y que enseñaron el camino a sus propios líderes.

Esta es la verdadera intención de Vox Andalucía: Defender la libertad.

Andalucía necesita despertar. Ser cobardes solo trae derrotas.

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