Pues se equivocan amigos, este año hemos tenido más Rocío que nunca. Interminables semanas de Rocío Carrasco, muy bien asesorada en sus gestos y el tono de voz; con una cadencia prusiana que llega directo a las almas sensibles y a los cerebros lavados. Hasta Irene Montero apareció en el insufrible canal de Mediaset para aupar a la hija de “las más grande” al olimpo de heroínas luchadoras por la causa feminista. Eso sin contar las preguntas y comentarios, llenos de intención, de Carlota Corredera, otro de los tumores de la tele.
He de pedir perdón a Nuestra Señora del Rocío por haber establecido comparación, aunque sea en tono jocoso, entre su archiconocida romería o su venerado nombre, y esta otra Rocío que no le llega ni a las andas.
No me estoy decantando aquí por ese otro personaje creado por la incultura popular y los mediocres programas de las televisiones mediocres, es decir, Antonio David, y mucho menos defenderlo. En realidad, a mi me importa un comino Antonio David, Rocío Carrasco, Rocío Flores, Ortega Cano, la “Yerbabuena” o la “hierba luisa”, y lo único que encuentro peligroso es que el presidente Sánchez se preocupe de buscar el teléfono de la Carrasco para mostrarle su apoyo.
A ver si este hombre va a estar peor de lo que yo creía… ¿a que no ha llamado a ningún parado, autónomo o persona maltratada durante esta pandemia?, ¿a que no ha buscado el teléfono de ningún agente herido por los independentistas que tanto le apoyan?… ¿a que no?.
Odio con todas mis fuerzas a los maltratadores, también a las maltratadoras, que las hay; y en general odio la violencia de cualquier tipo, me parece abominable y sintomático de poca formación, cuando no de mucha deformación.
Lo que no acabo de encajar es que el de Rociito se convierta en un programa de máxima audiencia, por mucho tono de “actitud ejemplar” que le hayan querido dar. Parece que hay bastantes personas que han vivido un estado de shock al comprobar las vicisitudes de la vida de este personaje de la tele. Seguramente en su barrio hay siete que lo están pasando peor, y que encima no cobran un pastón si lo cuentan con cara de ausente, lágrimas abundantes y moqueo interminable. Pero claro, esas del barrio no interesan…no son nadie por lo que se ve.
Para evitar los malos tratos se denuncia o se lucha por legislar en condiciones; pero cobrar un dineral por airear detalles no es de héroes, ni un ejemplo para nadie.
Seguramente, el canal ya prepara la revancha para seguir haciendo caja: no les extrañe que ahora sea el ex-guardia civil el que ponga el cazo para contar su versión y buscar aliados entre los poco creíbles colaboradores de los programas-basura que tanto dinero dan a los “don nadie”.
Hay que acabar con los malos tratos, sin alguna duda; y también con Tele 5.
Miguel Ángel Sesarino