CARTAS DE UNA SOMBRA

Cada noche, en el mundo de sus sueños veía aquel lugar. Sin embargo, al despertar, aquel lugar seguía presente en su psique.

El trabajo comenzaba a aburrirle, la rutina lo estaba consumiendo, de alguna forma sabía que estaba en este mundo para algo más que para aquel ingrato y mal pagado trabajo.

Una tarde mientras paseaba por entre los mundos de luces y sombras de las farolas, una octavilla que venía siendo revoleada entre ramas y arbustos, fue a detenerse a sus pies. Fue a darle un puntapié, cuando la fotografía arrugada y algo deteriorada que estaba impresa le llamó la atención. Se agachó y la tomó en su mano.

La estuvo mirando durante un largo rato, mientras el viento de la noche, luchaba por arrebatársela. El texto que acompañaba la foto, refería que en aquel lugar se encontraba un paradisiaco lugar para pasar un día de descanso, haciendo senderismo o bañándose en las aguas saladas que la marea empujaba hasta el pequeño lago que formaba la orografía de las montañas. Buscó la dirección, pero justamente era el trozo de papel que faltaba. Así que del propio arrebato, lo arrugó y lo arrojó a un contenedor de basura. Siguió paseando, pero ahora buscaba con la mirada otra octavilla que estuviera en mejor estado.

A unos veinte metros de donde estaba, una joven se montaba en su coche, al encender las luces, él se percató de que en su parabrisas había una octavilla, entera, intacta, así que aceleró el paso, pero el coche ya abandonaba el estacionamiento. Entonces, él cruzó entre dos coches y se arrojó sobre el capó del coche de la joven, quien al ver al hombre frenó en seco. Él, sin más, arrancó la octavilla del parabrisas y volvió a la acera, mientras la joven lo veía irse, pensó que se trataba de algún loco o borracho noctámbulo. Una última mirada y emprendió la marcha.

Él revisó nuevamente la octavilla, hasta que llegó al espacio donde estaba impresa la dirección del lugar. Su sorpresa fue en aumento, no podía ser una simple casualidad, su pasado llegaba a él, como si fuera un tsunami.

Veinte años atrás había dejado una prometedora carrera como piloto de combate, por una vida civil tan sedentaria como aburrida, aunque muchas veces, se preguntaba, ¿por qué? Cuantos por qué habrán corrido por su mente durante este tiempo. Veinte años, que había dejado de sobrevolar aquel lugar, uno de tantos, aunque hoy, mirando esa octavilla recordó que al sobrevolarlo, siempre sentía algo, aunque no le prestaba atención, y las veces que sí lo hacía, lo achacaba a la fuerza G de su F18.

Se guardó la octavilla en el bolsillo y tomó el teléfono.

─¡Javier! ¿Sigues teniendo el jet? ¡Necesito volar este sábado con él! ─Así de tajante abordó a su antiguo observador.
Jose Antonio Córdoba
Jose Antonio Córdobahttps://escriturastemplariasweb.wordpress.com/
Investigador, articulista y escritor. Edad 50 años. De origen canario, lleva afincado en Sanlúcar de Barrameda desde 1987. Ha estado vinculado a movimientos asociativos y culturales, casi veinte años. Su actividad se desarrolla en torno a la historia nacional, la Ufología, fenómenos extraños, civilizaciones antiguas, y desde el año 2000, se viene centrando en la Historia de los Templarios. Divulgador histórico

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