Los trabajos arqueológicos iniciados por el Ayuntamiento de Utrera (Sevilla) en noviembre de 2021 en la casa conocida como Niño Perdido –antigua ubicación del Hospital de la Misericordia, del siglo XV-XVI– han confirmado que este inmueble esconde un “complejo sinagogal” del que se tienen referencias por el historiador Rodrigo Caro, que en 1604 ya mencionó que este antiguo hospital se había levantado sobre los restos de una sinagoga. Un complejo que, en palabras del alcalde de Utrera, José María Villalobos (PSOE), es el “más importante de la península ibérica”.
Las “evidencias arqueológicas” confirman lo apuntado por Rodrigo Caro, recoge el informe elaborado por el arqueólogo Miguel Ángel de Dios Pérez consultado por Europa Press, que este martes será presentado por el alcalde, y en el que se es tajante sobre lo hallado: “El estudio estratigráfico de los paramentos del edificio nos permiten proponer la hipótesis de que nos encontramos ante un complejo sinagogal que excede la estricta materialidad de la sala de oración”.
El estado de la conservación de la sinagoga, “siendo parcial, no deja de ser excepcional pues, con las evidencias arqueológicas documentadas, incluido su alzado completo, pueden restituirse su superficie y volumetría originales”. José María Villalobos reconoce en declaraciones a Europa Press que la “certeza científica” arrojada por los trabajos de la primera fase han llevado al Ayuntamiento a adoptar una decisión: la de continuar con los trabajos en busca de nuevas estancias de ese complejo sinagogal. Trabajos que, como hasta ahora, serán sufragados por el Consistorio. Es el caso de la zona de mujeres o de los baños.
Lo que sí tiene también decidido ya el Consistorio utrerano es que se va a “preparar el edificio para que, aun estando en obras, se pueda visitar e interpretar” lo encontrado en el que fuera Hospital de la Misericordia, aunque no es el primero ni el último de los usos de este edificio. En este inmueble ha estado la Casa Cuna e incluso ha sido local de copas, pasando por escuela, restaurante y sala de fiesta. “Esta continuidad en el uso es paradigma del aserto que defiende que el uso conserva”, asegura el arqueólogo y refrenda el alcalde, que recuerda que, en 2016, cuando el Ayuntamiento decidió comprar el edificio, hubo críticos. “Ahora, se alegrarán”, sostiene.
En total, se han hecho cuatro sondeos arqueológicos. Uno de ellos, el localizado en la cabecera de la nave central de la iglesia, es el que “por sus resultados, ha contribuido de una manera más clara a alcanzar el principal objetivo de esta fase de diagnóstico, pues nos ha proporcionado evidencias arqueológicas de la presencia de la sinagoga de Utrera, precisamente donde Rodrigo Caro la situó en 1604”.
En este punto del templo cristiano es donde se ha localizado la sala de oración de la sinagoga, de los siglos XIV-XV. De la sinagoga, y “a falta de alcanzar los niveles fundacionales”, se ha documentado su alzado original, el Hejal y su acceso –armario o pequeña recámara decorada donde se guardan los rollos con los pergaminos de la Torá–, el banco perimetral y evidencias de varias fases en la vida del edificio. Igualmente, se ha podido datar el momento de “abandono”. Han quedado por localizar el mikvé, el biham y el espacio reservado para las mujeres, de los que “muy probablemente, puedan encontrarse evidencias arqueológicas en el futuro con la ampliación de la investigación”, apunta el informe del arqueólogo.
La judería de Utrera es “desconocida” tanto por la carencia de estudios como por la “sustitución urbanística del siglo XX, que ha borrado las huellas que las parcelaciones y edificios de Edad Moderna pudieran apuntarnos”. No obstante, los expertos sí apuntan a que “el modelo de judería sevillana –el barrio de San Bartolomé– puede servirnos de muestra para esbozar siquiera una hipótesis sobre la organización funcional y urbanística del barrio judío utrerano”. En Utrera, la judería estaría ubicada en la actual Plaza del Altozano, con la que linda la casa conocida como Niño Perdido.
En ella, y tras la expulsión de los judíos en 1492, se establece el Hospital de la Misericordia, consagrándose al culto católico la anterior sinagoga. A lo largo del siglo XVI, se suceden varias repavimentaciones y se construye “reutilizando parcialmente el banco perimetral de la sinagoga, un comulgatorio que separa el presbiterio del resto de la iglesia. El presbiterio se construirá sobre la escalera de accceso al Hejal, quedando ésta embutida en la estructura”. Ya en el XVII, el Hospital pasa por una reforma “muy importante” que le confiere el aspecto actual.