Sostienen que las buenas prácticas agroambientales permiten que el olivar sobrelleve mejor las olas de calor

Las prácticas agroambientales implementadas en una veintena de fincas de Andalucía por el modelo Olivares Vivos de SEO/BirdLife han demostrado ser “una solución altamente efectiva” para afrontar el desafío al que se enfrentan los olivares durante los meses de verano mediterráneos, caracterizados por altas temperaturas y escasez de lluvias.

SEO/BirdLife ha indicado en un comunicado que es posible un modelo productivo que respete y potencie la vida silvestre y que genere riqueza en el mundo rural. Así, proyecto LIFE Olivares Vivos es “un excelente ejemplo de cómo las buenas prácticas agroambientales son capaces de recuperar biodiversidad en el olivar y repercutir positivamente en la rentabilidad”.

Al mismo tiempo, se está estudiando, en tres fincas del sureste semiárido andaluz, cómo le afectan las condiciones climáticas que se dan en esta región, caracterizada por altas temperaturas y escasas lluvias que, además, precipitan de manera torrencial.

El modelo Olivares Vivos gira en torno a un esquema agroambiental basado en tres pilares fundamentales: una adecuada gestión de la cubierta herbácea, desde el punto de vista ambiental y agrícola, la restauración de áreas improductivas y la instalación de elementos que favorecen a la fauna silvestre.

Estas prácticas agroambientales conllevan “un beneficio clave” que es el aumento de la disponibilidad de agua para los olivos. Al mantener una cubierta vegetal, siempre y cuando se gestione con desbroces adecuados, antes de que la hierba compita con los olivos, se aprovechan todas las ventajas que la cubierta herbácea aporta al olivar.

Esto incluye la reducción de la exposición directa al sol sobre el suelo, lo cual es especialmente relevante durante los meses de verano, ya que la presencia de estos restos de vegetación disminuye la temperatura del terreno y la evaporación, tal y como ha indicado , Paula Martín, técnica de Olivares Vivos y encargada de la formación a agricultores, a través de unos cursos que comenzarán tras el verano en su primera convocatoria.

Además, “brinda protección contra otros fenómenos meteorológicos que también pueden reducir la humedad, como el viento, y favorece la retención del rocío que se puede formar durante las primeras horas de la mañana”. A su vez, la cubierta vegetal mejora la cantidad de agua que puede retener el suelo al incrementar la materia orgánica y modificar su estructura, haciendo que actúe como una esponja.

También se incrementa su capacidad de infiltración, lo cual resulta beneficioso no sólo en otoño o primavera, sino también durante episodios de lluvias intensas, como suelen ocurrir durante las tormentas de verano. Como resultado, “se reduce la erosión, uno de los mayores problemas ambientales que presentan la mayoría de los olivares de la región mediterránea”.

Además, recuperar la biodiversidad y aprovechar los servicios brindados por esta, permite que los agricultores “reduzcan la necesidad de utilizar insumos externos, lo que contribuye a mejorar la rentabilidad agrícola”, que es el objetivo con el que nació Olivares Vivos y con el que la ONG quiere demostrar que “otra forma de agricultura es posible”.

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