Resulta tedioso hablar y hablar del virus que nos tiene rodeados. Son tantos los que hablan y tantas cosas las que se dicen, aunque algunas presenten áreas dudosas, que no parece muy oportuno abundar más sobre un tema que está en todos los medios y a todas horas; pero también es cierto que ha adquirido, tristemente, la suficiente importancia para influir, directa o indirectamente, en todas las acciones y movimientos, hasta las de los inmóviles. Por eso, aunque esté presente en el tema de hoy no pretende ser el protagonista, ni siquiera el actor secundario.
El tiempo, inexorable, cadencioso e imparable, nos ha ido acercando, a base de años, a límites sociales, laborales y económicos insostenibles que han destruído la esperanza de la mayoría y dejado en bragas las promesas de aquellos que, desde Suárez, podían prometer y prometían, pero que además debían cumplir y no han cumplido. Y por lo que podemos ver eso se ha convertido en costumbre y los que venían supuestamente a salvarnos sólo les ha dado tiempo a salvarse ellos mismos.
Tiembla Granada por el choque de las placas euroasiática y africana, con especial incidencia en Atarfe y en Santa Fé,, que viene temblando desde antes que Boabdil temblara por el avance de los cristianos. Hay muertos, frío y desastres con los gélidos temporales que nos recorren ufanos sin darse cuenta de que ya estamos bastante mal con el Covid y otros virus que tenemos que aguantar, algunos incluso traen cola, o mejor dicho, coleta.
Es absolutamente inaceptable que en época de endurecer las normas que traerán nuevas complicaciones a los más desdichados (que somos casi todos), se pueda ir a votar en Cataluña, incluso habiendo dado positivo, para eso si; quizá era un objetivo.
Algo raro está pasando: temporales, terremotos, pandemia…da mucho que pensar el asunto. Y en todo este berenjenal, cuando gran parte de la población está en las últimas, y el resto en las penúltimas, nos sale el Barcelona con quinientos y pico millones de euros para un Messi al que ya se le aproxima la jubilación por muy en forma que pueda estar. Resulta irreverente por muy bueno que sea el jugador porque, además de la pandemia, el personal sufre una depresión descomunal viendo como se agotan sus posibilidades económicas y laborales; viendo como no se pueden reunir más de seis, al mismo tiempo que los futbolistas se abrazan cuando marcan en los campos vacíos igual que si no ocurriera nada; aunque cada semana aparezcan positivos en uno u otro equipo, o en los dos.
Es detestable comprobar como la mayoría de políticos y muchísimos periodistas y tertulianos de las bien pagadas televisiones que soportamos llevan al terreno de la discordia política cualquier acción o dato acerca de la pandemia. Ayuso recibe más críticas por ser del PP que por los errores que pueda cometer, si es que lo hace. El país sigue avanzando pero no se cura del enfermizo retraso histórico que arrastramos desde hace tanto tiempo y que es alimentado por políticos de la calaña de Iglesias, Rufián, Otegui, Junqueras y tanto inmoral que ensucian con su presencia y sus rencores el futuro de España dejando a la vista de todos su mala catadura y el peligro que conlleva su presencia en nuestra vida pública.
Todos han fallado, y la actual situación sanitaria, política y social lo deja bastante visible. Desde Suárez a Sánchez no hemos conseguido sino perder capacidad adquisitiva, puestos de trabajo y posibilidad de mejorar; aunque esto último si lo ha conseguido esa miserable clase política que nos lleva mintiendo más de cuarenta años mientras nosotros nos quedamos mirando pasmados, y encima seguimos votándoles. Pues sepan ustedes que todo lo que ocurre ahora, absolutamente todo, es culpa de la ineficacia, los enchufes, los pelotas, los inmorales, y la poca formación de los que aterrizaron en las instituciones para salvar a España, eso sí con el dinero de los propios españoles, y han acabado reventando el país, desgajándolo y enfrentándolo, mientras ellos se empoderan, endiosan y dejan de ser cercanos como han venido prometiendo en sus ridículas y repetitivas campañas electorales. Se tienen que ir todos, de una…vez.
Serrat lo decía, o mejor dicho, lo cantaba: “Entre esos tipos y yo hay algo personal…”