Día triste para cualquier persona con algo de humanidad. Ayer encontraron el cadáver de Olivia, una de las niñas canarias desaparecidas, lo que nos induce a pensar que su hermana Anna correrá el mismo trágico destino.
Es difícil creer que el ser humano pueda albergar tanta maldad, tanta crueldad y tanta inhumanidad, pero es que el mal existe desde el inicio de los tiempos. Dicen que una de las principales armas del diablo es hacer creer al hombre que en realidad no existe.
El trágico desenlace de las niñas canarias hace inevitable pensar en la angustia de una madre que nunca perdió la esperanza, y que se aferró a esos milagros que, a veces, el Ángel de la Guarda nos regala cuando se trata de niños.
Y pensando en angustias paternas me vino a la cabeza la pareja de Juana Rivas, que sufrió mismo tormento cuando Juana se fugó de su lado arrebatándole a sus hijos, y de paso un trozo de su alma. Y es que es realmente cruel que se utilice a los niños como potro de tortura hacia la pareja.
Juana, con similar sentimiento de odio y ganas de hacer daño que el padre canario, sustrajo voluntaria y conscientemente a su expareja lo que más quería, escondió a los niños durante interminables días y nunca reveló su paradero, ¿Imaginan la angustia del padre?
Pues ahora Juana, aupada por la inmisericorde masa feminista-izquierdo-comunista, o como se quieran llamar, pide el indulto. Y lo pide arengada por una masa social sin escrúpulos ni razón que por el mero hecho de ser mujer otorga unos privilegios que nadie que comparta un entorno social debería tener. Y es que el mal existe en formas muy diversas.
Pedro Sánchez pide a los españoles que seamos generosos y magnánimos ante los indultos, que eso nos engrandecerá para convencernos de que los favores que debe por estar aferrado a un sillón merecen el indulto de los golpistas y violentos independentistas catalanes. Pues yo le digo que se meta la magnanimidad por donde le de la real gana o lo quepa…, que conmigo no cuente porque estoy deseando echarle de ese sillón, y le recuerdo que una vez le echemos de la presidencia no encontrará esquina, calle o taberna donde refugiarse sin sentir las miradas de desprecio de los españoles.
Mientras tanto seguiremos luchando contra el mal que nos preside, y que lamentablemente ayer se reveló de la manera más cruel.
Antonio Estella Pérez.
