“No tengo tiempo para llorar, aunque tengo dolor de país”

“Hola, me llamo Elizabeth, como la reina de Inglaterra”. Así se presenta Lizaveta Tsarkova-Golofast (Donetsk, 1981) desde que llegó primero a Barcelona y luego a Granada con sus hijos, debido a la guerra en Ucrania como consecuencia de la invasión rusa. Ellos, según cifras de la Oficina de Asilo y Refugio –OAR-, forman parte de las 168.131 protecciones temporales que España ha concedido a refugiados ucranianos, concentrándose en Andalucía 24.002 de los casos.

Elizabeth no pasa desapercibida entre la gente y el ruido de las calles granadinas. Su pelo y ojos tan azules como el Mediterráneo, la distinguen a metros de distancia, además de su empeño por hablar español. Golpea las sílabas, busca en su cabeza la conjugación de los verbos que el profesor le explicó recientemente (recibe clases de español 5 días a la semana) y usa el traductor del móvil para entender lo que le dicen y también para hacerse entender. Esta conversación comenzó en un chat por WhatsApp y terminó –café de por medio- en una cafetería durante una mañana fría de invierno.

¿Cómo fue el día que decidiste salir de tu país?

Tomé la decisión una semana después de que comenzó la guerra. Me di cuenta que no iba a acabar en tres días. Tenía miedo. El 6 de marzo cogimos las cosas más necesarias, subimos al autobús de evacuación hacia la frontera y la noche del 8 al 9 de marzo entramos en Polonia. Ahí nos recibió en su casa el padre Rafal, un sacerdote católico,. Nos dio permiso para quedarnos una semana. Nos permitió comer, dormir y decidir adónde íbamos después. Escogimos ir a España y el 15 de marzo salimos en autobús de Cracovia a Barcelona. A las 18.00 horas del 16 de marzo de 2022 estábamos en Barcelona. Fuimos acogidos por la Cruz Roja.  

¿Qué empacaste en las maletas?

Nos llevamos algo de ropa. Especialmente los insustituibles. El tipo de ropa que no se puede comprar, por ejemplo los jerseys tejidos por mi madre. Los niños recibieron dos peluches cada uno, un libro de oraciones, una foto, 3 cuadernos. Empaqué mis herramientas de trabajo, botiquín de primeros auxilios, algo de comida y mucha agua. La ropa básica la teníamos puesta. Estuvimos en la frontera 11 horas en fila india. Había nieve, humedad, viento y tres grados bajo cero. Teníamos en total de tres mochilas, una maleta y dos bolsas.

¿Qué le dijiste a los niños para dejar Ucrania?

No necesité decirles nada en especial. Ya habían corrido varias veces al refugio antiaéreo y se habían sentado allí. Comprendieron que era muy peligroso e impredecible permanecer en el país. La decisión fue compartida. Mis padres y mi ex marido insistieron en que evacuáramos.

¿A qué te dedicabas? ¿Cuál era tu profesión u oficio?

Soy economista. Trabajé 6 años en el mayor banco comercial de mi país. Pasé de ser una simple gestor de préstamos a dirigir un departamento de energía que dependía directamente de más de 200 personas en toda la región. Luego me tomé una larga baja por maternidad durante cinco años y nunca volví al banco, pero eso es pasado. Después de la maternidad decidí encontrar mi propio camino. Y eso responde a tu pregunta: ¿qué hacía antes de la guerra? Todo el mundo se lo pregunta. Soy entrenadora facial y la única fisionomista en ejercicio de toda España. Trabajaba en línea, desde casa, con gente de cualquier parte del mundo. Los niños estaban conmigo y era muy cómodo. También soy bloguera. Dirijo mis propios canales en Telegram.

¿Por qué escogiste España para refugiarte de la guerra?

Elegimos España por dos razones: por la temperatura -aquí hace calor- y porque mis hijos habían aprendido un poco de español en la escuela ucraniana. Quiero a mis hijos, así que me di cuenta que no quería obligarles a aprender otro idioma desde cero.

¿Dejaste familia, amigos, seres queridos en Ucrania?

En Ucrania dejé a mis padres en una ciudad tranquila. Ambos son discapacitados, no pueden trasladarse pero son capaces de cuidar de sí mismos. Mi hermano menor vive temporalmente en la parte occidental del país, trabaja en un teatro y al mismo tiempo es voluntario en el frente interno. Mi ex marido vive en Dnipro y trabaja. Mi primo es soldado de guerra y cada vez que hablamos pienso que podría ser la última vez. También dejé atrás a amigos y personas cercanas. Con muchos de ellos sigo manteniendo contacto, pero varias relaciones han cambiado. Es algo inevitable.

¿Qué es lo que más recuerda de tu salida forzosa del país?

Lo rápido que se unieron todos los ucranianos. Había colas de hombres entre 20 a 60 años en las oficinas de registro y alistamiento militar. Permanecieron de pie durante tres días seguidos y pidieron ser reclutados por las Fuerzas Armadas. Las mujeres se convirtieron en voluntarias, proporcionando alimentos, ropa y acogiendo a refugiados de otras ciudades. El presidente de Rusia quería dividir Ucrania, pero lo que consiguió fue unir a todo un país.

¿Lloras o has llorado durante este proceso migratorio?

Lloro muy poco. Yo no tengo tiempo para llorar. Aunque confieso que tengo dolor de país. Cuando nos enteramos de los terribles sucesos de Bucha y Gostomel me sentí muy mal durante varios días. Tenía dolores físicos, me costó volver a la normalidad, por eso leo pocas noticias de Ucrania, solo me mantengo informada de la ciudad donde viven mis padres y de lo que ocurre en el sur del país.

¿Piensas en el futuro? ¿En volver? ¿Crees que podrás retomar tu vida de antes?

No, no lo creo. Ya no hay vida pasada. Sólo tenemos vida aquí y ahora, es muy pronto para hablar de si vamos a volver o no. Primero debe terminar la guerra, pero la realidad es que un tercio del país está minado. Cuando los soldados rusos se han retirado, lo han hecho minando los campos de trigo y los bosques. Este territorio será peligroso durante mucho tiempo. Además, no hay nada que me retenga en Ucrania. No tengo casa, ni trabajo en una oficina, ni siquiera sé dónde vivir en la ciudad de la que me fui. Las infraestructuras están arruinadas, las escuelas no funcionan. Evalúo la situación, soy madre y tengo que pensar en el futuro de mis hijos. Por ahora, veo perspectivas de seguir viviendo en España y que más adelante mis hijos puedan estudiar en la Universidad de Granada. Ucrania se reconstruirá en 10 años. Entonces veremos qué hacemos. Por supuesto, visitaré a mi familia, pero por el momento estos son mis planes, gracias a que España nos recibió. Y yo además quiero hacer el bien en la sociedad del país que nos ha acogido.

Betty Hernández.

Betty Hernández
Betty Hernández
Periodista, locutora y migrante. Experta en escritura digital, periodismo institucional, radio y redes sociales. Es venezolana, de padre canario y madre portuguesa, vive en Granada desde 2019.

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