El comunismo tacha el Día de la Constitución como ‘facherío’

Tachada como de ‘basura’ por algunos tuiteros, el anuncio que ha realizado esta semana el controvertido periodista Jordi Évole sobre el programa que se emitirá en el canal de Jaume Roures este domingo, coincidiendo con la Festividad del Día de la Constitución, no sirve más que para arrojar más gasolina a un fuego nacional que solo busca tensar las partes para polarizar y dividir irremediablemente a los españoles por ideologías, de la misma forma que estratégicamente sucedió antes de la guerra civil española.

‘Tras una semana con protagonismo del facherío de otra época, este domingo veremos como es la extremaderecha 2.0. Ya no les hace falta ni golpes de estado ni fusilamentos ni alzamientos para hacerse con el poder’, reza el tuit de Évole.

Cuando realmente debería ser:

‘Tras una semana con protagonismo de los herederos de ETA e independentismo, este domingo veremos como es la extremaizquierda 2.0. Ya no les hace falta ni asesinar con tiros en la nuca ni fusilamientos en Paracuellos para hacerse con el poder’

Estrategia disuasoria de ‘agenda setting’

El gobierno socialcomunista utiliza siempre su previsible herramienta disuasoria cuando la noticia, que puede saltar a los medios y ser un verdadero escándalo, puede dañar su imagen o simplemente remover conciencias en la opinión pública: sencillamente contraprograma con otras noticias que trabaja, archiva y airea a su interés en tiempos y formas muy medidas. La izquierda siempre fue experta en estos lares. Y la derecha: muy torpe.

La gran mayoría de las noticias que usan para contraprogramar las que podrían tener un impacto real por cuanto son escándalos que harían caer cualquier gobierno, no tienen el más mínimo interés para la opinión pública, pero la maquinaria mediática -subvencionada con millonarias cantidades disfrazadas de iniciativas sociales o anuncios vacuos de inabarcables ministerios- venden adecuadamente y en bloque la ‘pestilencia’ al más estilo ‘Sálvame’: Añadiendo ingredientes inexistentes, sembrando dudas, realizando falsas previsiones o adelantando efectos inverosímiles, que la ciudadanía traga hasta hacerla tema de conversación, pasando desapercibida la noticia realmente grave.

Ha pasado esta misma semana con un chat de cuatro militares jubilados. Lo que en el argot de la calle serían cuatro dementes ancianos conspirando en un bar de pueblo mientras preparan su partida de dominó diaria. La noticia en sí, no tendría recorrido alguno si no fuese porque tras ella se esconde la noticia verdaderamente relevante: El gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha pactado esta semana con los herederos de ETA y con independentistas para cerrar un presupuesto garantizando y alargando su posición de poder, que no la del pueblo que lo votó bajo unas líneas rojas que nunca atravesaría y que resultaron ser mentiras que su electorado perdona y olvida. Ha traicionado los valores constitucionales de una nación. Y van a más. No tienen escrúpulos.

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Cuatro ancianos juegan al dominó.

¿Recuerdan la larga semana que ofreció en los medios la reacción airada del portavoz parlamentario de VOX en Andalucía Alejandro Hernández por sentirse ofendido y abandonó el hemiciclo cuando Susana Díaz lo comparó con un terrorista?

Era otra interesada cortina de humo para la que los socialistas tendieron una trampa y Hernández, que no es aún un político de briega: cayó inocentemente en ella.

Lo que realmente había detrás de esa cortina de humo que la propia Susana Díaz se encargó de ejecutar para que se levantara adecuadamente, es la aparición en escena la misma semana del parlamentario socialista y sanchista Felipe Sicilia anunciando veladamente en la Ser, que será quien herede y derroque a Susana Díaz al frente de la secretaría general de su partido en tierras andaluzas.

Un escándalo de magnitudes importantes que abre una profunda crisis y batalla interna del PSOE de Andalucía entre afines a Sánchez y afines a Díaz. Pero muchos se quedaron con el gesto del portavoz golpeando el micrófono en sede parlamentaria, y ya. Y comentaron el gesto de Vox en el Parlamento, estirado como un chicle por políticos y periodistas afines que debatieron el asunto durante días difuminando lo realmente trascendente: comienza una cuenta atrás para Susana Díaz.

La pandemia, las decisiones airadas de espalda a la ciudadanía que viene realizando el gobierno socialcomunista de Sánchez e Iglesias, rebosante de mentiras, disparando el gasto público para ganar adictos y dependientes, empobreciendo la sociedad económica y moralmente, los oscuros pactos a pie de pista de aterrizaje con convictas internacionales, los opacos acuerdos con los herederos de ETA y con aquellos cuyo único objetivo es romper España, y las colas del hambre y la pobreza, están aumentando seriamente la tensión interna de un país que vive el peor gobierno de su historia reciente, en el peor momento posible.

El periodismo de trinchera, millonariamente subvencionado continua inspirando de forma velada sublevaciones, actos contra la Corona o contra la mal llamada ‘paz social’, será el responsable final de los conflictos que se deriven en la calle tras tanto odio sembrado y abonado semana tras semana.

De las pillerías, de los robos a comerciantes, de las roturas de escaparates, de los enfrentamientos con inmigrantes ilegales, de los contenedores quemados y de las carga policiales que se avecinan serán responsables quienes alientan al desorden y al enfrentamiento desde micrófonos y programas televisivos, siendo la voz de su amo. Mañana domingo España se echará a la calle para decir ‘Basta ya’ a un gobierno socialcomunista dispuesto a seguir viviendo a costa del pueblo. Mañana la calle gritará ‘traidor a Sánchez’, aunque seguramente contraprogramen con interesadas y trabajadas ‘noticias contra el facherío’. Esta semana les recetarán más ‘herencia de Pantoja’, más ‘dudas sobre el entrenador del Real Madrid’, más debate insulso sobre ‘medidas de allegados o no en Navidad’, y más ‘Fun Fun Fun’, que es lo que toca, para mantenerles entretenidos.

El pecado histórico de la derecha ha sido siempre su complejo por defender claro y alto sus intereses y sus valores. Y esa bandera no es rojigualda: esa o se coge con valentía o serán una víctima más del latrocinio socialcomunista, políticamente correcto en la galería; tramposo y villano frente a su propio espejo.

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