4 minutos

Tómese cuatro minutos. Cuatro minutos es el tiempo exacto que dura el paso de la mano con mi hija hasta la guardería. Cuatro minutos en los que no existen problemas, ni llamadas, ni anhelos, ni deseos, ni vicios, ni verdad. Cuatro minutos de auténtico presente, de felicidad absoluta.
Cuatro minutos es el tiempo que me tomo antes de entrar a sala a celebrar un juicio. Cuatro minutos de paseo por el pasillo visualizando el alegato final, repasando mentalmente cada nombre y cada fecha. Cuatro minutos para intuir las respuestas del testigo y utilizarlas, o no. Cuatro minutos en los que repasar los aspectos clave, los de la victoria.
Cuatro minutos es el tiempo que dedico antes de cada carrera a imaginarme en la meta. Cuatro minutos para pensar en la angustia que voy a sufrir y como superarla, cuatro minutos para recordarme que estoy allí voluntariamente, que el dolor es pasajero y que la satisfacción de abrazar a la familia y amigos superará con mucho el estrés en carrera.
Cuatro minutos es el tiempo que dedico a recrearme en la victoria, en cada escalón superado, en cada superación de metas, en cada mecha que enciende un habano, y luego el olvido. Y es que resulta habitual que cada vez que superamos una situación de paz, de éxito, de dolor o de consecución de logros nos venga un vacío, un bloqueo.
Una vez que hemos superado una situación o pensamiento intenso podemos sentirnos vacíos, viene el temido…”y ahora qué”. El temor a fallar, a no cumplir las expectativas, a no dar la talla ya está superado, hemos superado el momento, para bien o para mal y ahora hay que enfrentar las consecuencias. Kavafis nos recuerda en su camino a Itaca que “Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.”

Enfrentémoslo, esa sombra que aparece cuando hemos llegado a Itaca no es espontánea, querías llegar allí, pero el camino suele ser mucho mejor que el destino. Respira, aprovecha tus cuatro minutos y plantea nuevos objetivos, recuerda que lo único inmutable es el cambio, y esto nos hará conseguir la mejor versión de uno mismo.

En el mundo del autodesarrollo existe un principio del éxito bien conocido que establece que, si quieres tener éxito, debes rodearte de personas de éxito. Puede sonar raro pero funciona. No es magia, ni esas personas harán que seas mejor, pero tu mismo modelarás tu conducta, entrenarás tus habilidades en un entorno que te hará conseguir ese éxito. Si quieres una familia estable fíjate en parejas durareras, si quieres ganar dinero acércate a personas que hayan logrado grandes negocios, si quieres una novia católica, vete a misa… se suele decir que el que nace lechón muere cochino, pero en nuestro caso podemos elegir ese camino.

Disfrute de sus cuatro minutos, visualícese, mejore su entorno y verá como el camino a Itaca florece ante sus ojos.

Antonio Estella Pérez.

Antonio Estella
Antonio Estellahttp://www.mlalegal.org
Socio director del despacho de abogados Mlegal. Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada se especializó en derecho de los negocios en las prestigiosas escuelas jurídicas Harvard Law School e Instituto de Empresa, para posteriormente comenzar su carrera profesional en despachos internacionales como Garrigues, Deloitte y MLA. En la actualidad compagina su ejercicio profesional con la colaboración en distintas universidades y escuelas de negocio como profesor

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